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26. Abogados que fueron convencidos
por la evidencia
“Más aún, permítame decir que
en más de veinte años de práctica activa
del derecho, principalmente en juicios, entrar en contacto
con grandes mentes me ha calificado para ciertas cosas tales
como justipreciar el peso de la evidencia, detectar el fraude
en toda forma, y saber cuando se ha probado un hecho.”
Edward C. Randall, abogado e investigador de la vida póstuma
(Heagerty 1995:39)
La limitación de espacio no nos permite tratar con
profundidad los escritos de algunos abogados que han investigado
y aceptado los fenómenos paranormales y la vida póstuma
o vida después de la muerte. He escogido, consecuentemente,
sólo a tres abogados excepcionales.
Más que los miembros de cualquier otra profesión,
los abogados y los jueces están capacitados para
evaluar la credibilidad de los testigos y la contundencia
de la evidencia. Me impresioné entonces cuando encontré
un número de abogados y jueces, en la cima de su
profesión, que habían investigado la evidencia
de la vida póstuma y que estaban dispuestos a presentarla
y sostenerla públicamente sin tener nada que ganar
y, a menudo, con riesgo de gran costo personal.
Estos eran hombres del más alto calibre intelectual
que abordaron el asunto de manera objetiva y racional aplicando
la prueba legal de ´más allá de toda
duda razonable’. Para comenzar, todos habían
sido escépticos de mentalidad abierta y todos mantuvieron
sus convicciones hasta su muerte.
Conversión dramática del juez John
Worth Edmonds
El
juez Edmonds estaba en el pináculo de su carrera
a comienzos de 1851 cuando decidió investigar la
mediumnidad de las hermanas Fox. Había sido miembro
de ambas ramas del parlamento del estado de New York y,
durante algún tiempo, presidente del Senado y juez
de la Corte Suprema de Justicia de New York.
Detalló su investigación de la vida póstuma
y sus conclusiones con la misma precisión con que
habría escrito un juicio de un asunto de la corte,
en una carta dirigida “Al Público,” publicada
en el periódico New York Courier y fechada el 1 de
agosto de 1,835. Vale la pena citar a este juez usando sus
propias palabras. Muestra su profundidad, su intelecto,
sus emociones, su percepción empírica, sus
sentimientos y su exposición razonada. Muestra también
el largo proceso que siguen todos los investigadores bien
informados y escépticos de mentalidad abierta, cuando
tratan de equilibrar la evidencia de sus experiencias oculares
con su “intelecto” y su condicionamiento materialista:
“En resumen, aproveché toda oportunidad que
se me ofrecía para llegar al fondo del asunto. Durante
todo ese tiempo fui incrédulo, y probé la
paciencia de los creyentes con mi escepticismo, mi cuidado
y mi terquedad en rechazar o no aceptar. A mi alrededor
vi a muchos que cedían en una o dos sesiones solamente;
otros que, bajo las mismas circunstancias, demostraban una
incredulidad definida; y algunos que rehusaron presenciar
el fenómeno y que eran incrédulos confirmados.
Yo no pude imitar a ningunas de las partes, y rehusé
ceder a menos que hubiese un testimonio irrefutable. A final
de cuentas llegó la evidencia y con tanta fuerza
que ninguna persona normal podría rechazarla.
“Después de depender de mis sentidos durante
varias fases del fenómeno, invoqué la ayuda
de la ciencia, y examiné el asunto con la ayuda de
un electricista consumado y de sus herramientas, y de ocho
o diez personas inteligentes, educadas y astutas. Continuamos
nuestras investigaciones durante varios días y establecimos
dos cosas a satisfacción nuestra: primero, que los
sonidos no eran producidos por acciones de ninguna persona
presente ni en la cercanía; y segundo, que no dependían
de nuestro gusto y voluntad. Mientras sucedía todo
eso, aparecieron en los periódicos varias explicaciones
de la “triquiñuela”, según la
llamaron. Las leí con cuidado esperando que me ayudaran
en mis investigaciones, y no pude menos que reír
de inmediato de la prisa y futilidad de las explicaciones.
Por ejemplo, mientras ciertos ilustrados profesores de Buffalo
se congratulaban al haberlas en los dedos de los pies y
en las rodillas, las manifestaciones en esta ciudad cambiaron
a tañer una campanilla colocada debajo de la mesa.”
(citado por Doyle, 1926, i, 126)
El juez pasó a explicar cómo sus propios pensamientos
secretos habían sido revelados (de la misma forma
como sucedió en los experimentos de Scole) y cómo
los planes que había guardado para si, y que no había
contado a nadie, eran del conocimiento de los espíritus
comunicadores (Doyle, 1926, i, 129).
Hace notar también que había oído decir
que los mediums usan el griego, el latín, el español
y el francés siendo desconocedores de esas lenguas.
Registra que revelaron hechos que eran desconocidos a todos
los presentes y que después fueron comprobados como
ciertos. (Doyle, 1926, i, 129)
El juez Edmonds (fotografía a la izquierda) mantuvo
sus convicciones a pesar de los intentos de ridiculizarlo
y de atacarlo, y prefirió renunciar a su posición
como Juez de la Corte Suprema antes que callar los descubrimientos
que le cambiaron su vida.
Llegó a ser médium y detalló el trance
de mediumnidad de su hija, Laura, quien habló en
nueve lenguas que le eran desconocidas cuando estaba fuera
del trance (Portal del Primer Templo Espiritual http://www.fst.org/edmonds.htm).
Por encima de todo, retuvo hasta su muerte su entusiasmo
por lo que había aprendido a través de la
comunicación con espíritus elevados.
La decisión del juez John Worth Edmonds de hacer
públicos sus descubrimientos ha influenciado a muchos
americanos.
Como un juez mayor, él tenía un profundo entendimiento
para evaluar la credibilidad de cualquier cosa que se le
presentase a consideración y era experto en la admisión
de la evidencia. Tuvo la oportunidad de examinar la evidencia
de primera mano y, entonces, edificar sobre ella con su
experiencia personal.
El distinguido abogado Edward C.
Randall y el juez Dean Shuart
Edward C. Randall ejerció la abogacía en Dunkirk,
New York, y en la ciudad de Buffalo, donde se distinguió
como abogado y como hombre de negocios.
Adquirió no solo alto honor profesional sino que
también organizó y financió varias
empresas industriales. Fue uno de los líderes en
el mundo industrial y fue cabeza ejecutiva de varias compañías
además de presidente de numerosas corporaciones.
Escéptico de mentalidad abierta al comienzo, llegó
a aceptar la evidencia de la vida póstuma después
de escuchar las voces increíbles que se manifestaron
en presencia de la médium de voz directa y de materialización,
Emily French.
Durante veinte y dos años grabó sesiones con
su esposa y llegó a ser un escritor principal sobre
la vida póstuma. (Ver El Muerto que Nunca Murió
(The Dead Have Never Died)) de Randall.
Por cinco años se les unió el prominente juez,
Dean Shuart de Rochester, “un jurista educado y hombre
de carácter impecable que fue electo repetidamente
al cargo responsable de Juez Sustituto.
" Randall escribe que todos aquellos que asistieron
al círculo eran inicialmente escépticos
y estaban seguros de que las voces eran fraudulentas. Y
que se le permitió a cada persona que condujera tantos
experimentos como fuera necesario hasta convencerse de que
eran genuinos.
Recomiendo enfáticamente al lector que adquiera
una copia de La Revelación Francesa (The French
Revelation) de Edward C. Randall, obtenible del editor del
libro cuya dirección cibernética es nrileyh@hotmail.com
El Dr. Aubrey Rose
El
Dr. Aubrey Rose OBE, CBE, un abogado líder de los
Derechos Humanos en el Reino Uido, ha declarado en su libro
reciente, El Arco Iris No Termina Nunca (The Rainbow Never
Ends), que acepta totalmente la evidencia de la existencia
de la vida póstuma.
Después de investigar empíricamente las transmisiones
de uno de sus colegas a través del médium
de voz directa, Leslie Flint, ha afirmado que sin ninguna
duda la voz vino del más allá y que era la
del juez Lord Birkett, quien había fallecido hacía
ya algún tiempo.
Desde la otra vida, dice, oí a Lord Birkett decir:
"Cuando estuve a vuestro lado, abogué por la
pena de muerte pero, ahora que estoy aquí, puedo
ver que estaba errado. No tenemos derecho a quitar la vida”.
Estos abogados y jueces altamente inteligentes, lógicos
y exitosos, tuvieron la fortuna de haber tenido la oportunidad
de asistir a sesiones con mediums brillantes de voz directa
y de materialización que les proveyeron de la evidencia
de la continuidad de la vida que simplemente no podían
negar.
Todos ellos fueron escépticos inicialmente pero,
para crédito suyo, una vez que tuvieron la oportunidad
de examinar cuidadosamente la evidencia por ellos mismos,
aceptaron la evidencia y tuvieron el valor de hacer campaña
abiertamente a favor de la existencia de la vida después
de la muerte.
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